Nadie más lejos que Danilo Manso de ser un poeta social o comprometido. Lo que se difunde de su obra está en las antípodas de ese género, lo que se deduce de su vida no revela implicaciones en la política o en las mudanzas de la sociedad, él va a lo suyo. Cuando llega a un sitio pregunta, se interesa, se informa. Cuando por un tiempo se establece en un lugar rastrea acontecimientos, desde su falta de implicación los sigue, intercambia informaciones y se construye una opinión, nunca original, siempre lastrada por periódicos que no son de su confianza, por revistas o por tonterías que oye por ahí. Para los pocos amigos que hizo en Caracas es un indiferente, para los exaltados chilenos, un soso polemista, para los de Madrid, un pasota. Tiene que irse a las montañas para escribir algo que hable de las cosas del mundo: el que se levanta en el centro de su ombligo. En las paredes de una cueva en la sierra de Tramontana escribió esto:
Varias bombas, cientos de muertos, mercados reventados,
edifícios destruídos
en el país de un solo miedo. Interminables caravanas de
fantasmas atravesando
desiertos de hambre, niños a merced de ogros y mocos, animales
muertos, cosechas
aarrasadas en un continente a la deriva. Insurrecciones sangrientas,
torturas enmascaradas,
deportaciones clandestinas, penas de muerte desoídas por gritos
de clemencia en regímenes
inhumanos. Además, son notícia, mis pequeños miedos porque
anuncian debilidades,
mis pequeñas mentiras porque proclaman grandes cobardías,
mis mezquinas esperanzas
porque desnudan miserables proyectos.
Lo que se levanta en el centro de un solo ombligo suele servir para todos los demás.
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A veces, sí. Otras, muchas también, son los ombligos los que se alimentan unos a otros. Gracias, Paloma. Un beso.
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Hay poetas incomprendidos o simplemente mutilados en el que se da a conocer siempre parte de su obra. Con Gloria Fuertes pasó eso mismo. Reducida a poeta infantil el resto de su obra fue obviada. Un abrazo
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No pasará contigo, Manuel. Ya ha echado andar ese poemario tuyo, supongo, y yo iré tras él. Un abrazo.
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Muchas gracias Eladio. Una de las cosas más bonitas de sacar este libro es verse tan bien acogido por personas tan bellas como tú.
Mi madre el otro día me dijo una cosa que casi mi parto… Me dijo «Manolo, hijo, a mi me gusta mucho el libro porque lo has escrito tú… pero no me entero de nada» . jejeje eso es amor de madre…con eso que vale 🙂
Un abrazo
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«Se construye una opinión, nunca original, siempre lastrada por periódicos que no son de su confianza, por revistas o por tonterías que oye por ahí.»
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Quien escribe semejante poema, aunque sea en la roca viva de una lejana montaña donde nadie va a leerlo, no se está mirando el ombligo. Danilo es suyo. Y honesto. Cada vez me cae mejor. Un abrazo.
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Gracias, Antonio, creo que a Danilo le gustará oir lo qu le dices. Un abrazo.
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En el país de un sólo miedo…sí, puede que todos los miedos sean el mismo y lo llevemos metido en ese mundo ombligo, manso. Me voy a esa cueva, también yo a rayar(me) las paredes
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