cuaderno de verano. la perrada

Obligado a detenerme, até el caballo al pilón y me senté a la sombra del chamizo. La luz del desierto adormecía el aire y el fuego se fundía en la arena. A lo lejos, una polvareda difuminó la linea del horizonte. Apareció un hombre seguido de mil perros que ladraban y alborotaban, atados unos a otros por correas adornadas con cascabeles. Una obscena raza de mastines acaudillaba la vanguardia de la tropa, y a la cola, rezagados por la poca resistencia al medio, se arrastraban los lebreles. Al alcanzar la choza, con un gesto de la mano supo callar el hombre a la jauría. Luego se acercó hasta mí y me saludó a lo militar, llevándose la palma de la mano a la gorra. «Salud y en buena hora seáis recibido-le dije, sin moverme del sítio. Qué queréis de mí?». Impasible, me contestó:»Agregaros a mi regimiento, que ya os falta poco para transformaros en can»

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contacto eladiore@yahoo.es

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se hace saber

Cerca de mi casa hay un taller donde se hace saber. El artesano que lo dirige, que tiene conocimientos limitadísimos, por no decir nulos, de otras disciplinas, goza de un prestigio merecido en el gremio. En ese campo, no hay nadie que alcance un arte equiparable al suyo. Han surgido en estos años factorías que lo fabrican en series infinitas, a velocidades nunca vistas, que hacen temer, y mucho, por la prosperidad de su negocio. De momento, los efectos secundarios de aquella industria generan una desmedida proliferación de idiotismo, y se desconoce aún cuando podrán ser controlados y eliminados. De modo que el taller de mi vecino conserva todavía una actividad parcialmente sana y provechosa. Gracias a él, mi taller de cajitas de cartón ha adquirido notable popularidad entre los ignorantes, que con atropellada ansiedad me encargan floridos y monumentales embalajes, convencidos de que el saber que recibirán necesita volúmenes apropiados para contenerlo. El pago es por adelantado. No es que no me fie, pero no puedo esperar toda la vida a que el saber le sea entregado a mi cliente algún día. El artesano que hace saber acepta todos los encargos, sin excepción, pero no puede garantizar la fecha exacta de ninguna de las demandas. Es un trabajo lento y laborioso que requiere grandes dosis de paciencia y de habilidad, y sometido constantemente, y durante mucho tiempo, a pruebas de acierto y error, sin las cuales no es posible obtener un saber minimamente operativo. El proceso puede alargarse si el artesano, obsesionado con la calidad del producto, solicita pruebas a su cliente de haberse caído y levantado siempre, en un número de veces indefinido. Tanto es así, que he tenido que construir un almacén suplementario para depositar las cajas que me son encargadas, que se cuentan por miles, a la espera de que algún día puedan ser rellenadas, cuando el saber esté en su punto. Bien es verdad que aún estoy por entregar la primera, y de esto hace ya muchos años. Si las cosas van por este camino, me veré en la obligación de levantar un nuevo almacén, lo que me exigirá inversiones mayores, una consecuencia no deseable en estos tiempos de incertidumbres innúmeras, como todo el mundo sabe. El no saber ocupa mucho lugar. Para no llegar a un encadenamiento interminable de construcciones, he hecho saber a mis clientes que las nuevas cajas llevarán una fecha de caducidad, y que serán destruidas cuando alcancen ese límite. Creo que eso conducirá, por una parte, a un nuevo hábito en la demanda de saber, que obligará a las personas que lo soliciten a conformarse con un saber sencillo y adaptable a sus habilidades naturales, y le podrá ser entregado antes, y usado, provisionalmente, hasta que las modernas fábricas mejoren los efectos de su producción. Y por otra parte, yo regresaré, poco a poco, a mis inicios de fabricante de cajitas pequeñas, donde me siento más cómodo y, si se me apura, más feliz.

Cajas.  Materiales: cartón y papel batik  Medidas: 14cm×14cm×8cm   Contacto eladiore@yahoo.es

 

mi hermano Valentin

A mi hermano Valentin siempre le gustó hacer cuentas. Desde pequeño. Sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. En el cajón de la cómoda, en su casa, hay un montón de libretas llenas de números. De joven, al terminar de trabajar, sacaba el cuaderno por las noches y aplicaba su talento incalculable. Un día sí y otro también. A mi me resultaba extraordinario el despliegue de ese afán sin ambiciones. Mi hermano hallaba en la matemática básica un placer riguroso y mecánico, primitivo, un gozo más próximo al vuelo de la fantasía que al laberinto de lo abstracto. Haciendo cuentas mi hermano era feliz. Se compró una bicicleta y también fue feliz, pero menos. Coleccionó cochecitos, cacharros y monedas extranjeras y también fue feliz, y dichoso, y abrumadoramente comprendido, pero menos. Hacer cuentas se le dió siempre bien. Echarlas, no. Nunca sospechó que una acertada combinación de números propiciara una obtención de benefícios, o que se hallara en un cálculo equivocado el origen de un desarreglo, de una carencia, de una desventaja. En el resultado de una operación escrupulosamente hecha encontraba todo su valor, ahí la vida marcaba sus fronteras, más allá de eso era imposible correr más riesgos. Entre el 0 y el 9, en un implacable y metódico ejercício de aritmética, cabían los sueños de un hombre bueno. Los sueños, las nostalgias, las privaciones, el amor o la esperanza asumían el destino señalado en un cruce de números. Al alcanzar la raya, todo se detenía. Todo menos la bondad, que sumaba sin restar y multiplicaba dividiendo. Una bondad inmensa, infinita que no para de crecer en estos días de cábalas dificiles.

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Libretas en papel italiano   MEDIDAS: 17,5cm×14,5cm  contacto eladiore@yahoo.es

mujeres sentadas

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MUJERES SENTADAS  ha sido impreso, cosido y encuadernado a mano por el autor, quien es también responsable del diseño gráfico y de la maquetación. La ilustración de la portada es de Joel Valls, artista gráfico, viajero y activista cultural. Puedes acceder a su obra clicando aquí.

Contacto:eladiore@yahoo.es