cafés y literatura

Me gustaría irme de vacaciones a un café. Un café que tuviera todos los periódicos, con pequeñas sillas de madera con vistas a una calle ancha, despejada y arbolada, sin coches aparcados. O frente a un pequeño puerto en la costa de cualquier mar en calma, con viejas redes y lámparas de vidrio colgando de los rincones, ambientado con meláncolica música de mandolina, desde donde cada tarde viera llegar menudas embarcaciones cargadas de peces brillantes. O frente a un lago. Un café emplazado en una gran pérgola de madera, con largas viseras de ratán, rodeado de césped y adornado con macizos de rosas, vigilias y aves del paraíso. Con un solo camarero vestido de blanco que se interesaría por mi vida y me contaría la suya. O un café con una gran terraza abierta a un bulevar de tránsito humano poco agitado, pero vistoso, con parejas jóvenes que beben vermús y hombres maduros sin relojes. La ciudad no importa, ni importa el país ni el continente en el que estén. O un  café abierto día y noche, sin interrupción, en el que demoraría las horas de la tarde bebiendo té frío, debajo de un ventilador de zumbido seco y monótono, un café de mesas a menudo vacías, atendido por camareras a turno partido que me seducirían con su encanto, su sensualidad y su gracia y acabarían cogiéndome solo cariño

Eladio Redondo        Operación Tortosa. Un diario.           Ed. Beltrónica. 2012

Café del Jardim da Estrela

Café en el Bairro Alto

Café de la Cinemateca

Estuches con bolígrafo. Materiales: cartón y papel natural. Medidas: 24cm×7cm

Contacto: eladiore@yahoo.es

 

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