No ahí, ni entre las piedras, ni entre esos matojos de hierba supurantes en la roca, ni en las sombras áridas y circulares del molino. Ni en el agua embalsada en la ciénaga ni en los cestos rebosantes de frutas maduras. En el cielo o allá en lo alto entre aquellos peñascos en los que las aves del dolor anidan, tampoco. En el horizonte de mortecina luz o en el otro, en el resplandor o en la ceguera no, ahí no, y en el otro tampoco. No dentro de la tempestad que atormenta el silencio. Ni en el silencio mismo ni en la música que suena entre lo que no suena. Ni entre lo que más suena, en esas faldas de lino en cuyos bolsillos aún duermen las tijeras que al despertar serán guadañas. En la tinaja secreta en el oscuro rincón secreto, en la hogaza de pan con el trapo cubierta, en los ajos en el almirez o en los armarios ya desnudos de tiempo y colmados de melancolía, no. En esos suelos duros de piedra traída en noches frías, tampoco. Ponte en el lugar del humo.

Preciosa coda Eladio 🙂
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Gracias, Manuel. Un abrazo.
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Sí, muy bonita
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Gracias, Paloma. Abrazos.
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Ayer leí el texto tuyo ,estaba de prisa..no cogí ni el ritmo ni la melodía. Lo dejé.
Vuelvo hoy otra vez. Tus textos no para entender , no para seguir el hilo del argumento, el argumento se forma según el que lea.
Esta ves no se me formó ningun argumento ,ni un pensamiento o alguna imagen. Simplemente estaba hechizada por la brujería de tus palabras. Un beso por hechizarme.
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El hechizo de este texto, en todo caso, está orientado a su disolución en humo, como el texto en sí. Muchas gracias, Tatiana. Un beso.
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Parece una conclusión. O un añadido que cierra un ciclo o un periodo. Eso es lo que me sugiere el título y el texto en el que domina la palabra no. Buen fin de semana.
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Sí, cierra la carpeta de viajes que se inició con la entrada «el viajero». Un abrazo.
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