Crónica negra. La confesión. 3

Por eso digo que no fue el Damián, porque el Damián tuvo la idea enseguida, como él era, que era muy rápido en pensar lo que había que hacer. Pero el que entró en la casa fui yo, yo fui el que dió la patada en el ventanuco que gracias a que el viento empezó a arreciar aún más yo creo que fue por eso que no se oyó ná. Entré y a oscuras fuí tentando y toqueteando en el colchón por debajo y mira, muchas veces pasa que no das con lo que buscas aunque tengas toda la luz del día a tu favor pero otras, no sé por qué, tiene que ser la suerte, encuentras lo que quieres a la primera, y me dio un poco hasta la risa pensando que la maldad me daba un premio cuando tuve entre las manos aquel paquetón de billetes envueltos en un cacho papel marrón y áspero, como de tela de saco, que era lo que era. No lo conté ni lo ví cuánto había, pero yo creía que allí tenía que haber muchos jornales y muchos giros amontonaos, y hasta los recibos justificantes pensé que tenía que haber porque aquello hacía mucho bulto. Pero para salir salí por la puerta del corral, que estaba atrancá con un trozo grande de madera y me salté para la banda de un sendero de roca. Debió ser allí en un montículo que sobresalía por encima de otro corral que me debieron ver desde abajo, desde alguna casa a la contraluz de alguna estrella, digo yo, porque a esa hora todo eran sombras. Me verían pero luego se dijo y eso se creyó ya siempre, que era el Damián, porque teníamos ese parecido, y en la oscuridad más, y quedó la cosa siempre así, en esa sospecha, porque quién íba a ser si no. Así que desde la senda me fuí andando hasta coger el trozo de camino que va al cementerio, donde había quedao con el Damián para repartir, por la parte de la valla que da al molino. Y en cuanto me vió y antes de ver ni saber ná ya estaba diciendo que a él le tenía que tocar más porque a él se le había ocurrío y eso era lo que más valía. Entonces no sé que me pasó, que si sería porque llevaba el paquete pegao contra el pecho, por debajo de la camisa y muy ajustao que me tocaba casi el corazón que me entró un deseo que nunca me había entrao y le dije que no había encontrao ná, y que me tuve que salir corriendo por el corral porque oí que alguien entraba por el comedor. Yo ya me imaginaba que el Damián, como no es tonto, y de siempre me conocía muy bien como yo a él, no sería de creérselo. Y eso pasó, que me dijo empujándome contra la valla que me iba a mirar para ver si eso era verdad. No le dejé y yo también le empujé. Yo entonces y si hay Dios bien lo tiene que saber no tenía ná pensao en la cabeza, pero el Damián me empujó y yo le empujé otra vez y él al irse para atrás se torcería en una de las tantas piedras que había y cayó para atrás y la cabeza le chocó contra un saliente de roca. Muchas veces he pensao luego, porque he tenío tiempo pa pensarlo, de dónde me salió a mí aquella maldad tan mala, que debía creo yo tenerla muy adentro pa no verla como no la ví entonces. El caso es que viendo caído al Damián y ya herido cogí un peñasco de peso que había a un costao, y con todas las fuerzas que tenía que en ese momento eran muchas, otra cosa igual, le aplasté la cabeza como si fuera un melón. Cómo estaría tan fuera de mi control que todavía quería buscar otra piedra más gorda y estrellársela contra la cabeza otra vez. No era ansia tampoco de matar por matar, no sé cómo decirlo, fue una cosa que me salió que parecía que hasta no estaba siendo yo el que hacía aquello. En ese momento estaba como nublao, no sé, el caso es que ya la cabeza iba tan rápido que luego, esto también lo he pensao mucho después, yo creo que era así de rápido como íba muchas veces la cabeza del Damián, y que hasta en eso teníamos también la traza de ser hermanos. Así que me cargué con su cuerpo y como había en el cementerio muchas tumbas viejas sobre la tierra que a saber de quién serían ya aquellos huesos, sin cruces y sin señales ni ná, con una azada vieja que había apoyada en la valla de piedra, junto a la puerta, fui quitando la tierra de una y allí lo enterré. No recuerdo ahora muy bien si entonces emˋpezó también a llover, creo que sí, me parece que dije mejor, si llueve mejor, y me eché a andar por el monte sin un remordimiento ninguno y como si fuese al revés, como si por lo que había hecho me hubiese yo ganado un perdón, como cuando te sacas una china de la alpargata y sientes al final un gran alivio.

11 comentarios en “Crónica negra. La confesión. 3

  1. Un relato estremecedor, contado a borbotones. Una historia sombría en la que el narrador desnuda implacablemente su alma, una historia cainita que emerge de las profundidades de la tierra. Ayer te comentaba que la confesión no ha sido cultivada en la literatura española, pero este texto en el que se condensa la violencia y la miseria moral sí que tiene antecedentes notorios. El primero que se me viene a la cabeza es el poema «La laguna negra» de Antonio Machado. Enhorabuena, Eladio. Un abrazo.

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    1. Tienes toda la razón, en lo de cainita, y antes se lo comentaba a Tatiana y también tú ya habías señalado anteriormente las resonancias bíblicas. No pensé en ello hasta que acabé el cuento, y no habia intención alguna en ello. Se vé que está ahí, dentro, en nuestro adn cultural. Gracias, Antonio y un abrazo.

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  2. De acuerdo con Antonio.
    Yo he visto la maldad muy mala, como dice el protagonista, que a veces no se sabe ni que se tiene. Hasta él mismo se sorprende de ese repentino nublao.
    También hay que decir que el Damián no se portaba nada bien con él, era abusón y aprovechado, y el resentimiento fue creciendo. Es mi interpretación.
    Abrazo, Eladio.

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  3. Ya sabía yo que esto iba a acabar mal… será el hecho de la confesión que solo se hace sobre aquello que pesa…Pero bueno en cierto modo Damián se lo merecia… o no. No sé. Ahora el nublao lo tengo yo jeje. Ha estado muy bien el relato Eladio te felicito. Un saludo

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    1. Bueno…no era un amigo exemplar , perooooo…tampoco para matarlo. Sin embargo , no es el crimen y la historia que me estremeció sino tu capacidad de descuartizar la situación psicolgicamente. Pues, no tiene limites y, muchas veces, ningunas explicaciones razonables el compoprtamiento de un ser humano . No creo que le mató por el dinero…no. Por las causas que no siquiera podría explicar el mismo. Excelente. Mil besos. Me da miedo de acostarme.

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      1. Gracias, Tatiana, como le decía a Manuel, esas psicologías abundan, así que no me quiero repetir, pero el relato tiene un soporte involuntariamente biblíco, probablemente responde a la asunción de determinados arquetipos. Un beso.

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    2. Gracias, Manuel, en relaidad, sabemos que estos personajes existen, en un lugar o en otro, pero las psicologías son aún más abundantes. Por suerte, sólo en muy pocas ocasiones se reproducen los hechos. Un abrazo.

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    1. Responde al título y al género. Tiene resonancias cainitas, como ya han observado otros lectores, pero me apetecia recrear desde esa óptica ciertos aspectos de la memoria. Gracias, Xavi. Abraçada.

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