Después de aquel primer viaje hubo otros no menos difusos y menos inasibles, el mundo al que acababas de llegar se ensanchaba palmo a palmo a veces con descubrimientos veloces. La luz de los patios iba poco a poco sedimentándose en tu interior, las escaleras te llevaban a regiones altas y cuartos estrechos en los que sobre las cosas reinaba un orden modesto e imperturbable. Ese recogido silencio de cuarto de estar que en tu casa no era posible hallar lo encontrabas arriba, en el tercer piso en el que vivía tu tía Gloria. La luz de los patios y la penumbra de los cuartos amasaban la secreta esencia de una añoranza que después, en tu vida adulta, te produciría dolor no saber reconocer. Ese dolor se transformaba en goce y en misterio cuando viajas a una ciudad y a un país nuevo, al hospedarte en un humilde cuarto de una pensión, en una calle estrecha por la que entraba una espada de luz. O cuando en esa misma ciudad atravesabas en silencio plazas que recogían una tenue y delicada luz de barreño. Era tu primera visita a la ciudad, también allí llegabas por primera vez y, sin embargo, te envolvía una sensación antigua e íntima a la que no podías dar nombre ni podías con acierto señalar. Venía de fuera pero estaba ya dentro de tí, manifiesta y sin embargo irreconocible. Cuando después de unos días abandonabas aquella ciudad, se apoderaba de tí una nostalgia triste y rara, y un leve dolor que tenía también algo de dicha aparecía de nuevo. Tardaste mucho en llegar a saber que lo que entonces con pesar dejabas atrás era un sentimiento de pérdida vinculado a la luz de aquellos patios y a la penumbra de aquellos cuartos.
La luz, con todos sus matices, tiene esa hermosa cualidad que la llena de recuerdos y vivencias, de tiempo. Saludos.
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Poético y nostálgico. Muy bonito, Eladio.
Besos
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Esos vínculos sutiles («la luz de aquellos patios y la penumbra de aquellos cuartos»), como muestras en esta introspección, explican muchos misterios y desazones. Pero hay que descubrirlos. Un abrazo, Eladio.
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Todos los que de una manera u otra escribimos, de una manera u otra intentamos descubrir o desentrañar esos misterios. Abrazos.
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Muy revelador. Desde luego has desentrañado misterios, de una forma precisa y hermosa.
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Gracias, Patricia. Un abrazo.
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Boníssim!
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Gracies, Xavi. Abraçada.
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Como un encaje sutil de la seda amarillada es la añoranza tuya sin saber por qué.
Un texto precioso ,estaba a punto de llorar , sin saber por qué.. Un beso.
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Muchas gracias, Tatiana, tus palabras también me emocionan. Un beso.
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