Algunas tardes de otoño, sin venir a cuento, siento dentro de mí la ausencia del gato que nunca he tenido. Una melancolía cubierta de lianas trepa en mi interior, me araña, me roza, enternece húmedos vacíos. El gato que nunca he tenido está ahí, sentado en su viejo cojín, ejercitando su higiénico instinto de animal enigma. Su mirada es un aviso veloz, una marca lenta, la hora muerta de un día cualquiera, también muerto. Todos los rincones de esta casa que nunca fue suya lloran su ausencia con dolor, como una pérdida. Los muebles, las lámparas, los libros no son ahora nada sin el gato que nunca tuve. También yo lloro hoy su ausencia con el dolor de una pérdida. La pérdida del gato que nunca fue es como el nacimiento de una memoria muerta. Y esa pérdida le cambia la vida a cualquiera.

Una presencia viva, como paradójicamente muestra esta hermosa semblanza, a la que, a mi entender, no le falta su punto de distanciada ironía. Saludos.
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Gracias, Santiago. Un saludo
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La añoranza de lo que no hemos tenido es la peor de todas.
Me ha encantado tu no gato. Tu sí texto sobre él.
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Muchas gracias, Paloma. Un beso.
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Me ha encantado. Un saludo.
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Gracias, Valverde. Saludos.
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No lo añores ,lo tengo a un gato : enigmático , de las maneras impecables, un aristócrata y absolutamente independiente , me trata como si fuera su servienta . Estoy a punto de matarlo porque su sitio estratégico es mi escritorio. No hay manera de echarlo, no puedo con él.
El sueño deja de ser sueño cuando lo tenemos en manos . Quizá mejor no lo tocar…que siga como un sueño. Un texto bellisimo , sutil y muy fragil. Un beso.
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Gracias, Tatiana, la verdad es que no son palabras huecas, porque el gato es enigmático, y mucho, al menos para mí lo es. Supongo que en parte este texto proviene de esa idea. Gracias otra vez y un beso.
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Los gatos son animales enigmáticos y territoriales. Sólo hay que acordarse del sonriente gato de Cheshire que aparece y desaparece a voluntad. Esta pérdida de algo que no se ha tenido es realmente descorazonadora. Posiblemente la peor de todas. No obstante, leyendo este texto, ese felino ausente ha ronroneado en mi interior.
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Hay que confiar en que la pérdida de algo que no has tenido compense a alegría de lo que tienes. Gracias, Antonio. Un saludo.
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Qué bueno Eladio. Y me lo había perdido…Echar de menos una no presencia es más hondo que la ausencia…
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Gracias, Manuel. Un fuerte abrazo.
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