En un cuento de la escritora suiza Fleur Jaeggy, los gemelos protagonistas consideraban un don del cielo su desventura, una desventura sin dolor. Habían nacido de una madre muerta y hasta los dieciocho años vivieron en un orfelinato. Despreciaban el afecto de los demás y en consecuencia negaban también el suyo. No lo necesitaban, no lo querían, no lo deseaban. Sentían nostalgia de la casa donde habían nacido, soñaban con ella, querían volver a aquel lugar que nunca conocieron. Querían sólo eso. Vivir y morir allí, sin traspasar una sola vez sus limites. Fuertes y salvajes, un poco animales, fabricaron sillas, mesas y muebles, tarazearon cabezales y ataúdes. Los viejos del lugar miraban con alegría el trabajo de los gemelos y admiraban los preciosos cajones para muertos. Ellos mismos se hicieron también viejos pero aún les sobraban fuerzas y ese exceso les volvía melancólicos, recordaban sus años en el orfelinato, agradecían el favor de aquella desventura. Un día una mujer llamó a su puerta y dijo que venía a protegerlos en nombre de la Confederación. La Confederación protegió su orfandad y ahora protegería su vejez y su muerte, pero ellos no querían, no deseaban nada, sólo escuchar música en su vieja radio, en la oscuridad o en la penumbra.

Nada excepto la música, que es el lenguaje más críptico para la razón, pero el más asequible al corazón y a la imaginación. Ya es mucho, sí. Saludos.
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La música acompaña y combate nuestros males o al menos los relega. Un abrazo.
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Gracias por comentar, Valverde. Un abrazo.
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» Nada satisface el deseo del todo» … Lacan nos indica que hagamos lo que hagamos para intentar satisfacernos, nuestros deseos y pulsiones no van a dejar de existir.
Lo ves, Lacan puede explicarnos todo. Un abrazo.
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Esa reflexión me gusta, y explica muchas otras cosas que seguro que Lacan ya las tiene analizadas. Eres genial, Tatiana. Un abrazo.
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Añorar lo que es nuestro por derecho pero que nunca tuvimos o conocimos es más habitual de lo que creemos.
Besos Eladio
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Sí, supongo que lo que resulta frustrante es añorar algo de aquello a lo que tuvimos derecho y en su momento no reivindicamos o luchamos por ello. En ese caso, claro, el término añorar se quedaría corto, y el término frustrante pequeño. Gracias, Margui, un beso.
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Qué melancólico. Esta claro que el hecho gemelar te interesa. Un escritor que trata este tema, pero no en el mismo tono que la autora suiza, es Michel Tournier en su novela «Los meteoros». Que tengas una alegre semana.
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La verdad es que como tema no me interesa mucho, su tratamiento es un poco casual, ESCRITO A MANO ya no necesita más. Gracias, Antonio. Un abrazo.
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