Algo se empezó a quebrar cuando te fuiste a estudiar fuera, lejos, niño aún. Se fragmentó un mundo, tu mundo, que hasta el momento de tu marcha conservaba un orden: los afectos sin condiciones, la seguridad intacta, la vida sin amenazas. Fue un paréntesis largo, tan largo que podría decirse que aún no se ha cerrado. Estudiar fuera constituyó una especie de exilio. O de destierro. Trajo algunas recompensas, sin duda, pero no alcanzaban el dolor de la pérdida. Las perdidas en la niñez son para siempre, definitivas, y el único paraiso, como decía Proust, es el paraíso perdido. Mandabas cartas a tu madre desde allí como si lanzases una desesperada botella al mar que os separaba, mensajes que a cambio de socorro ofrecían mentiras en forma de verdad, cuentos, inocentes patrañas urdidas para sobrevivir al frío silencio de la lejanía. Fueron tu primera tabla de salvación, aquellas historias, y te regocijaba imaginarlas en la voz de tu hermana leyéndolas en voz alta, sonriente y alegre. Ignorabas entonces y durante demasiado tiempo después que aquellas cartas representaban un símbolo de lucha contra el abandono. En palabras de Lacan, el intento a través de la escritura de recuperar lo perdido, la unión con la madre.

Las palabras como nexo en el tiempo y espacio. A veces cuando leo Lorca, por ejemplo, siento que esas palabras estuvieron dentro de él. Y ahora dentro de mi. Unidos.
Un abrazo
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Un excelente comentario, Manuel. Casi un post a pie de post. Muchas gracias. Un abrazo.
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A veces creo que le pedimos demasiado a las palabras aunque es verdad que sin ellas todo sería peor.
Me han gustado mucho estas tuyas de hoy.
Besos, Eladio
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Gracias, Paloma. Un abrazo.
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Ese paréntesis largo que no acaba de cerrarse nunca, me recuerda las palabras de Gordon: «Somos la suma de nuestros recuerdos. Sin ellos el presente estaría vacío de contexto»
Quizás el lazo que se tiende al pasado es para no sentirse aislado o, en este caso, abandonado.
Un texto de esencia entrañable. Un abrazo.
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Estoy de acuerdo con la cita de Gordon. En realidad, esa es una de las funciones de la literatura, una herramienta con la que construir nuestro presente, a través de la memoria o a través de su recreación, que no pocas veces viene a ser lo mismo. Muchas gracias, Demian y un abrazo también para tí.
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Un texto marcado por la introspección proustiana, y la interpretación lacaniana. A Marcel lo he leído con gusto. Creó un artefacto literario de primera magnitud. Monsieur Lacan maneja un dialecto que no logro entender (mea culpa). La escritura es una lucha contra el olvido, el abandono… Es también una afirmación, un medio de abolir la lejanía, de mitigar el dolor. Una herramienta para construir nuestro presente. Un abrazo.
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Yo tampoco he leído a Lacan, Antonio, lo he sobrevolado, pero a veces, tú lo sabes bien, encontramos reflexiones o hallazgos escritos o dichos por otros que parecen haberlos encontrado en nuestro yacimiento interior, un yacimiento común, en todo caso, y confirman lo que oscuramente ya intuíamos. Bueno, vamos a decir, por decirlo de alguna manera, que es un modo de leer a un autor. O de sobrevolarlo. Muchas gracias, Antonio. Un abrazo.
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» Usted podrá saber lo que dijo, pero nunca lo que el otro escuchó » Jacques Lacan
» La narración, en efecto, duplica su drama a partir de los comentarios, sin los cuales ninguna puesta en escena sería posible »
Jacques Lacan
Excelente es el texto. Un beso.
A Marcel Proust lo he leido , se quedó en mi memoria algo muy lento, largo, borroso y un poco pesado, hay que releerlo. De Lacan no sabía nada,
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