Este, sin embargo, es un hombre que suele gritar para demostrar que tiene razón, y siempre quiere tener razón. En cualquier cosa, de importancia menor o mayor, le da igual. Por lo general, debate a gritos sobre tonterías y argumenta tonterías con las que demostrar que está de su parte la verdad. Con sus gritos y sus malas maneras de hombre resentido reduce a polvo lo que para él, cuando alguien le lleva la contraria, no son otra cosa que auténticas tonterias. Y cuando no lo son, o cuando la verdad o la razón pueden estar de su parte, el modo despreciativo o zafio de manifestarlo las desvirtúan. A veces, para dar por concluída cualquier refutación a sus razonamientos, golpea con agresividad la mesa y saltan por el aire todas las migas del pan. O se pone rojo y aliña la bandeja del pescado y la carne con salpicaduras de saliva. Antes tenía algo de gracia, pero ahora ya no, y, sin embargo, aprovecha la menor oportunidad para decir cualquier barbaridad con tal de llamar la atención y provocar. Desgraciadamente, la semana pasada despertó la ira de Tasio, un joven devoto de la música de Haendel que no soportó sus mamarrachadas mientras sonaba el Aleluya en su equipo de sonido analógico. Fuera de sí, después de gritar él también y ponerse a su mismo nivel extrajo el vinilo del aparato y lo lanzó con fuerza como si fuera un plato de frisbee, con tan mala fortuna que le rebanó una oreja. La familia emitió una nota reprobando el hecho.

No me esperaba ese final rebanador.
La verdad es que el personaje gritón es muy desagradable.
Me alegra leerte de nuevo, Eladio
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Gracias, Paooma. Un beso.
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Haendel usado como arma arrojadiza, así, sin anestesia, impresiona. Me recuerda a un breve y famoso cuento, creo que de Manuel Vicent si no recuerdo mal, titulado «No pongas tus sucias manos sobre Mozart». Saludos.
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Gracias, Santiago. Voy a buscar ese cuento. Un saludo.
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Jajaja me ha gustado mucho el final surrealista (tan surrealista como es la vida a veces)… ese plato volasor cortador de orejas mientras suena el Aleluya de Haendel jajaja es muy grande.
Qué bien volver a leerte 😉
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Gracias, Manuel! Te visito en breve. Un abrazo.
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Qué encanto de hombre. Es peor que el quídam de mi última entrada. Este al menos no se descompone. El tuyo tiene un toque repulsivo que lo hace especialmente antipático. Y claro, ocurre lo que cuentas. Acabar desorejado por espurrear saliva sobre Haendel es un acto de justicia. Un abrazo.
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Con todo el humor que me es permitido, más orejas deberían ser cortadas. Gracias, Antonio. Otro abrazo.
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Conozco a tu protagonista: sale mucho en la tele, aunque cambie de cara se le reconoce enseguida. El pobre melómano es su última víctima: ahora él también triunfa en los programas, explicando con pelos y señales cómo fue el lance.
Es un placer reencontrarte, Eladio. Yo a trancas y barrancas también trato de incorporarme de nuevo.
Abrazos
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Gracias, Xibeliuss, ese placer es compartido. Los blogs son algo más que una distracción. Y exigen su parte de esfuerzo y tiempo, así que todos vamos así. Pero está bien. Otro abrazo, Xibeliuss.
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Bueno , me pareció que tu larga auscencia ha dejado ciertas huellas en tu texto..¿¡algo ha pasado!? El final muy surealista…😀sin embargo, me gusta surealismo y tu modo de escribir😗
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El surrealismo es una buena respuesta final cuando la realidad contiene personajes tan insoportables como éste. Por suerte. En la literatura está bien, pero no quiero ver a nadie sin orejas. Estos divertimentos me relajan. Un placer volver a encontrarte. Besos.
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Aunque te relaja, no se te ocurra contarlas en la vida real, es que hay un montón de persnas mucho más insoportables😆😆
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Ja, ja, ja…un beso.
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Estaba pensando, yo le conozco… sabes un secreto? Se lleva incluso los temas a debatir preparados. Se tira una semana pensando y calentándose cuando tiene una reunión familiar o parecido. El resto lo sabemos y vamos preparados, pero siempre se supera y nos pilla desprevenidos
😊😊😊❤️ besos
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Todo un profesional, vamos. Seguro que lo hace muy bien.
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Un maestro en joder fiestas jajajs
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