Danilo Manso lo deja

En sus aspectos esenciales, los del vicio, Danilo Manso era un incorregible. El tabaco, la bebida y la escritura podían siempre más que él. Era, por lo que sabemos, un hombre de voluntades interesadas, como en general casi todos los hombres. Pero él más. Y, cuando se le antojaba, persona de variables opiniones, según su estado de ánimo. «A partir de mañana, lo dejo», solía decir o escribir en las dispersadas hojas de su diario, algunas de las cuales han sido desafortunadamente halladas. Se refería al tabaco que le entumecía, a la bebida que le entristecía y debilitaba o a la escritura que le elevaba o que le deprimía. Tardaba en dejarlo, tardaba ese mañana en llegar, pero llegaba. Y lo dejaba. Naturalmente, ninguna de las tres cosas a la vez, ni para siempre. Sabiamente, las iba alternando. De la época más larga y más oscura, en la que fumó y bebió como un cosaco, el testigo más fiable de su obra es el silencio. En algún lugar debió decir que mañana lo dejaba y la promesa la cumplió. Queremos imaginar que durante ese tiempo Danilo alimentó la ingenua ilusión de haberle dado esquinazo a la literatura, de haberse liberado, sin ayuda de terceros, del espantoso vicio de escribir, «el más espantoso de los tres», como nos consta que alguna vez escribió. Ahora sabemos que no. El siguiente fragmento, enviado a mi correo por un anónimo amigo de mi juventud, demostraría que para Danilo, además de espantoso, el de escribir era un vicio preñado de fatalidad. No es un texto bueno, ni siquiera un texto pasable, pero encontramos en él las primeras señales de aquel espanto y la primera tentativa de eludirlo, cuando no la perdonable vanidad de un poeta que, para convocar la atención que no tenía, proclamaba una y otra vez su renuncia imposible. Para los adictos a Danilo, la nula importancia del texto es irrelevante: su valor es puramente testimonial.

«El deber es rellenar esta página. La disciplina exige ese mínimo esfuerzo. Me gustaría saber por qué. Por qué me empeño tanto en hacer algo tan inútil como escribir una página absurda. No tengo nada que decir, disciplina para no decir nada, esfuerzo para extraer nada de la nada. Absurdo. Preso de una agonía creativa, falto de luz, escaso de aire, cuando podría vivir feliz si no pensara tanto en ello. La escritura no tiene por qué ser mi tabla de salvación, pero me agarro a ella, (al esfuerzo, esfuerzo?) como si fuera la única posibilidad que tengo de trascender mi inutilidad. Ya es hora de que abra los ojos. A partir de mañana, lo dejo.»

15 comentarios en “Danilo Manso lo deja

  1. Estoy leyendo un libro de Clarice Lispector y ella dice: «escribir es una maldición, pero una maldición que salva. Salva el alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba…»
    Es más largo pero por no ser pesada me paro aquí. Por si le sirve a Danilo Manso.

    Le gusta a 5 personas

      1. Se llama «Aprendiendo a vivir». Es una recopilación de crónicas que escribía para un periódico. Lo cierto es que al final del libro habla del silencio, de no necesitar ya decir nada y también estoy de acuerdo.

        Le gusta a 3 personas

  2. ¿Y nunca se le ocurrió quemar lo que había escrito o romperlo en mil pedazos y aprovechar un ventisquero para esparcir el confeti? La verdad es que no veo a nuestra colega Danilo Manso tan raro. Lo encuentro normal hasta en sus vicios y, sobre todo, en sus intentos de enmendarse. Un abrazo.

    Le gusta a 2 personas

Deja un comentario