En Correr, Jean Echenoz novela en ciento cuarenta páginas la vida de Emil Zátopek, el gran atleta checo ganador de tres medallas de oro en los Juegos de Helsinki de 1952. Es un libro que se lee bien, al trote, en el que la aventura y la pasión por la carrera en un hombre sencillo brota y se desarrolla con la naturalidad de una planta al borde de una carretera, con alegría salvaje, a merced de inclemencias que estorban o estimulan su crecimiento, asfixiada por los gases de los vehículos que la flanquean pero firme, ascendiendo al cielo desde la invariable voluntad de su semilla. La metáfora encaja más o menos en el contexto en que Zátopek tuvo que desarrollar su vida deportiva, sometida, como la privada, a las presiones y las represiones del régimen comunista, que mimaba su figura para rentabilizar su política local, por un lado, y, por otro, sometía a controles y vigilancias constantes, alejándole en ocasiones de calendarios internacionales con el fin de frenar la creciente influencia de su fama. Y encaja también con ese modo de correr suyo descuidado, con entrenamientos muy duros y personales que desoía consejos técnicos o médicos. Un estilo sin elegancia, sin cultivo estético, echado siempre hacia adelante con la voluntad de resistir cada vez más y mejor. Algo que, por otro lado, le convertía en un personaje singular y entrañable. Con idénticas dosis de ironía y ternura, Echenoz deja al personaje que corra prácticamente solo a lo largo de la narración. Los vaivenes del mundo político y su vida personal, reflejados en breves pero certeros brochazos, no cortan la carrera de Emil, que va a lo suyo, y asiente o disiente al modo de sus largas pruebas de fondo, dosificando las estrategias, fragmentando la carrera con intensos acelerones y volviéndola a romper recuperando ritmos ligeros, hasta que sus rivales se desmoralizan, se cansan o se humillan. A la vista de lo descrito, la lectura de Correr atraerá a dos tipos de lectores: a los que corren para escapar (de la realidad, de sí mismos o del bochornoso verano), y a los que corren para resistir. El protagonista del relato reúne en su condición de personaje las dos alternativas. De algún modo oculto e íntimo corre porque desea huir (de la realidad, de sí mismo, de los fríos inviernos), pero corre también porque está obligado a resistir y permanecer y luchar. A su estilo descuidado e informal le van bien las dos.

Coincido contigo Eladio. “Correr” es un libro que se lee al trote (desde luego el termino no puede ser más apropiado). Así sucede con otros libros de Echenoz, donde encontramos historias hondas trazadas con una prosa aparentemente sencilla y siempre elegante y precisa.
Zátopek, el protagonista del libro, necesita correr y, por lo tanto, corre. Como dices, es posible que corra para huir de una realidad aplastante y que, al mismo tiempo, lo haga para acudir al encuentro de su destino: sentirse vivo. En cualquier caso, corre sin importarle el estilo, sin elegancia, inclinando la cabeza y el cuerpo hacia un lado, dejando que el dolor y el esfuerzo se trasparenten en su rostro crispado y tantas veces agónico. Zátopek sufre y se le transparenta el sufrimiento. Por eso, cuando vence (Zátopek corre para vencer), nos alegra su victoria, pues por una vez el mundo ha sido justo con quien tanto se ha esforzado en conseguir algo.
Gracias por traernos a Zátopek y a Echenoz. Un fuerte abrazo Eladio.
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Gracias, Álvaro, veo que nuestros gustos literarios encuentran puntos en común. Echenoz me gusta mucho, su modo de narrar siempre levemente irónico, sin daños colaterales, pero arañando, desgastando las vertientes de fondo por las que discurre. Y una escritura elegante y asequible, muy gratificante. Un abrazo.
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Muy buena reseña, me gusta la comparación que haces entre la pasión por la carrera y esas plantas que brotan al borde de la carretera.
Yo no corro pero entiendo perfectamente los motivos para hacerlo que señalas al final.
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Gracias, Paloma, me alegro que te haya gustado. No suelo hacer reseñas, pero he abierto LECTURAS RAPIDAS con la idea de sección, para animarme de vez en cuando a hacerlas. Un abrazo.
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Te ha quedado muy bien, así que te animo a que sigas.
Por cierto, me leí Elogio de la Sombra y me encantó.
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Sabía que te gustaría, es un libro hermoso, de sensibilidad y buen gusto exquisitos, y una mirada sobre lo íntimo japonés para mí, en el momento que lo leí, reveladora. Me alegro mucho de que te haya gustado. Un abrazo de nuevo.
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Yo entré aquí porque Paloma, cuyo criterio me merece el máximo respeto, me lo recomendó, y se lo agradezco, porque no es tan fácil encontrar buena lectura. De la misma forma, agradezco tus reseñas y recomendaciones. Y ahora que leo que Elogio de la Sombra lo recomendáis ambos, me la anoto también.
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Encantado de intercambiar contigo pareceres, Patricia. Agradezco mucho ese interés, en sintonía, por lo demás, con la calidad de tus entradas. Un abrazo.
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Me gustan las dos razones par correr, interesante idea.
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Muchas gracias. Un saludo
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Creo que en la primera frase te has saltado el verbo («cuenta» u otro similar). Sólo conozco de oídas a este escritor francés. El verano es un buen momento para leer el libro que reseñas. Lo de «resistir cada vez más y mejor» lo equiparo a «escribir cada vez más y mejor». Como ves, pertenezco a la segunda categoría de lectores. Pero también corro/escribo para escapar, la verdad sea dicha. O sea, como Emil. Un abrazo.
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No falta ningún verbo. Quien tiene boca se equivoca. Las relecturas a tiempo, y no a destiempo, nos salvan de quedar en evidencia.
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Vaya, creía que había tenido un despiste de esos perdonables pero que no gustan cometer. Suelo releer dos tres veces el texto antes de publicar, pero claro, un descuido siempre puede haber. Agradezco mucho que tú mismo hayas estado al quite. Y no me extiendo más porque en contra de lo que desearía tengo poco tiempo estos días para los menesteres de la red. Pero aprovecho para felicitarte por tu último relato y espero poder algún día extenderme màs sobre él. Un abrazo, Antonio.
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la lectura de Correr atraerá a dos tipos de lectores: a los que corren para escapar (de la realidad, de sí mismos o del bochornoso verano), y a los que corren para resistir. …..Y los que quieren ganar??? Muy , muy elegante es el resumen. El libro no lo he leido, pero la vida del atleta la conocia.
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A veces se gana resistiendo, y a veces, aunque pocas, quizás nunca, se gana huyendo. Y a veces se gana, y, sin embargo, tenemos la sensación de haber perdido algo. Bueno, es un tema que da para conversar, y agradezco muchísimo tu comentario. Un abrazo.
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Creo que huyendo podriamos ganar en muchas ocasiones …Pues , llevas razón un tema que da para conversar o…para una buena entrada tuya. Un beso.
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«Un estilo sin elegancia, sin cultivo estético, echado siempre hacia adelante con la voluntad de resistir cada vez más y mejor.»
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