Introducir título

Hace años escribí un cuento en el que un hombre buscaba con afán un objeto y no lo encontraba. Registró todos los rincones de su casa, desde los armarios de la cocina hasta los de la ropa, pasando por los cajones de las mesitas de noche, el escritorio, la cesta de la ropa sucia y el mueble del comedor. Miró debajo de la cama, debajo de las alfombras, detrás de los cuadros, entre las cortinas, en las bandejas del fogón. Cuando esos rincones accesibles fueron revisados una y otra vez, destripó los cojines, el edredón, las almohadas y el colchón. Sin éxito. Luego arrancó los zócalos de las paredes, levantó el suelo y el falso techo de escayola. Pero el objeto no aparecía. En el cuento no se concretaba para nada la necesidad que el hombre tenía de ese objeto, ni por supuesto de qué clase de objeto se trataba, solo la acción desesperada del protagonista hacía suponer el grado de intensidad que alcanzaba su deseo. Cuando todas las posibilidades de hallarlo parecían abocarlo a la frustración y la derrota, prendió fuego a la casa y observó con cierto placer su destrucción implacable. Finalmente, las llamas se extinguieron y el objeto asomó, brillante e intacto, entre las cenizas. Es un cuento, lo confieso, cuya solución final arriesga una equivocada intención moral. Lo guardé en alguna carpeta, entre otras muchas repletas de papeles la mayoría inservibles, y ni me he vuelto a acordar de él hasta hoy, no sé por qué, pero llevo toda la mañana buscándolo y no lo encuentro. He mirado incluso en los viejos cajones del escritorio, en los del comedor, en la cocina y hasta en el cesto de la ropa sucia. Sin éxito.

18 comentarios en “Introducir título

  1. Eladio, no fastidies que era un cuento… 😉
    Me ha gustado mucho, consigue que uno se vea buscando y buscando… También te hace pensar que, a lo peor, esto nos ocurre más veces de las que creemos, perdemos de vista las cosas y non abismamos en nuestras obsesiones. Muy bueno, Eladio. Un abrazo!

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  2. «Luego arrancó los zócalos de las paredes, levantó el suelo y el falso techo de escayola. Pero el objeto no aparecía. En el cuento no se concretaba para nada la necesidad que el hombre tenía de ese objeto, ni por supuesto de qué clase de objeto se trataba, solo la acción desesperada del protagonista hacía suponer el grado de intensidad que alcanzaba su deseo».

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