Me pasaron dos cosas.
Una en Madrid, en la parte trasera de un vehículo conducido por no recuerdo quien. La radio estaba puesta, emitían un programa de poesía. El locutor recitaba fragmentos de un poema cuya música me petrificó en el asiento. Me costó trabajo abandonar el insólito estado de trance provocado por esos versos. No entendí nada, absolutamente nada, pero oyendo el poema sabía que estaba asistiendo al fundamento de una nueva religión personal. Tomé nota del libro. Lo he leído muchas veces, las mismas que me ha resultado tan impenetrable como hipnótico. Forma, ese libro, parte de mi liturgia literaria, ocupa un lugar preferente en mi altar privado. Esencialmente, estoy comprometido con su mensaje, aunque no sepa descifrarlo. No hace falta, por debajo de esas palabras y su cadencia motora serpentea una vibración divina, y eso sí lo capto. Lo capté al instante. A veces sospecho que mi verdadera exitencia comienza a patir de ese instante.
La otra pasó en Islandia, en el interior de otro vehículo, un autobús inverosimil que cruzaba ríos helados y praderas musgosas. Una voz masculina, grave y profunda, relataba en islandés fragmentos de antiguas sagas cuyos escenarios se correspondían con algunos de los que el autobús atravesaba. El sonido de aquel lenguaje, hecho de agua y piedras pulidas por las fuertes corrientes, y que tenía el eco de los despeñaderos abismales, y era claro, y hermoso, y verificable, también me hipnotizó y, sin comprenderlo, lo entendía. Y en cada árbol, cada camimo o cada fuente que el lenguaje parecía señalar visulizaba yo los hechos, tal como ocurrieron, tal como el poeta que en siglos pasados los escribió, y que el poeta era yo.
Collage Papel japonés sobre papel natural Contacto:eladiore@yahoo.es
Alguien dijo (¿o debió decir?) que esperar de un poema un sentido concreto y concordante es una manera profundamente equivocada de afrontar la poesía. La musíca de las palabras, su ritmo hipnótico y placentero… ¿pero qué más queremos, acaso no es ya suficiente? Ese final nos habla del sentido de la poesía (pienso yo…). Es un placer leerte Eladio. Un abrazo.
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Gracias, Álvaro, también me es muy grato compartir criterios contigo. Un abrazo.
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Bellísima comparación. Me ha encanta como lo has expresado…
Un placer leerte. Lo único me he quedado con ganas de saber cúal era ese poema…
Saludos
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Muchas gracias. Omito el título del libro porque mi deseo es que el texto se sostenga sin referentes, que eso forme parte también del misterio, y que lo impida leer de forma absoluta como un amago de reseña. Un abrazo.
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Je je. Tenía que intentarlo…
Un texto excelente. Repito. Y lo mejor de todo es ése misterio.
Un abrazo
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La poesía tiene mucho de música o debería. Por eso a veces hay que leerla en voz alta.
A mí también me gustaría saber qué libro es.
«Lenguaje hecho de agua y piedras pulidas», eso es muy poético, me ha encantado esa parte del texto, casi se puede ver el paisaje.
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Gracias, Paloma. El comentario de réplica a bosque baobab, es también para tí. Un abrazo.
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Me gusta el alcance entre paisaje y sonido de lenguaje humano.
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Gracias por leer y por tu atenta observación. Un abrazo.
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Muy bello relato!
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Gracias, Claudia. Un abrazo. Mañana estoy por ahí.
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bello relato muy bien encadenado. Siempre he pensado que la poesía es sentimiento y emociones, cuantas veces se remueve nuestro interior cuando escuchamos un poema y no entendemos lo que dice.
Un saludo.
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Gracias, Valverde, la poesía son mucho más que palabras, es cierto. Un abrazo.
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El lenguaje del agua y el del viento son los mismos en todas partes. Después vienen las traducciones. Pero tú dices «revelaciones», que es mucho más certero. Que descanses.
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Haces muy bien en señarlo, Antonio. El título manda. Que tengas un buen día.
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Creo que esa revelación se llama #satori (también el papel de tu collage es re-velador)
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Pues no lo sabía, me gusta el nombre. Ampliaré la información. Gracias y un abrazo.
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«No entendí nada, absolutamente nada, pero oyendo el poema sabía que estaba asistiendo al fundamento de una nueva religión personal.»
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