Me sentía angustiado, terriblemente angustiado, uno de esos días en que el abatimiento y la soledad, por no decir el dolor, se te clavan en el alma y ves tu presente lleno de nubarrones. Me senté en una terraza, al sol, y pedí un café con leche. Hice una foto del cruasán y la subí al facebook: «Desayunando, con un café calentito!!!» No encontraba sentido a la vida, ni encontraba tampoco razones para esperanzarme. Los días pasaban, uno tras otro, y no traían más presagios que desventuras y decepciones. Entré en el centro comercial y me entretuve viendo escaparates. Al final, me compré un par de camisetas, unos zapatos y un yo-yo, por comprar algo. Hice unas fotos de las camisetas y los zapatos y las subí al facebook. «De compritas!!!» Salí de nuevo a la calle y crucé la gran avenida. El zumbido de los coches es insoportable. Los ruidos, el jaleo, los humos. Me ponen histérico. En días así, se te pasan por la cabeza los peores pensamientos, los más siniestros. Por distraerme un poco, entré en el parque y me senté en un banco, de espaldas al lago. Me hice un selfie y lo subí al facebook: «De relax con los patitos, más feliz que una perdiz!!!» Sólo de pensar que mañana, otra vez, tendría que volver al trabajo, me entraban náuseas. Ocho horas allí, encerrado, viendo todas esas caras tristes y amargadas de gente haciendo las mismas cosas aburridas que tú. Sólo de pensarlo, me deprimía. Pasé luego por delante de un puesto con libros y me detuve. Me aburre leer, pero me aburre más tener que hacer la comida, así que les eché una ojeada y acabé comprando el último libro de Paulo Coelho, aunque seguro que es una mierda. Mientras preparaba la comida, hice una foto de la portada y la subí al facebook: «La felicidad no te busca, te encuentra». Después de comer, me eché la siesta, que fue larga. No me gusta porque luego te levantas mal, con pesadez de todo, apático, sin ganas de hacer nada, ni siquiera soy capaz de distraerme con las tonterias y las gilipolleces que pone la gente en facebook. Mi foto de Paulo Coelho tenía 500 me gusta, casi tantos como la del cruasán. Y eso que yo creía que la gente no leía. Pero no se me iba de la cabeza lo mal que estaba. Qué sentido tiene vivir seguir así, sin Ana, sin los niños, sin las comidas de mi suegra. Salir a la calle me ayudaba, pero no lo suficiente. Todo es tan igual, tan gris, tan insípido. Mandé un guasat a Juanan y otro a Pedro y quedamos en el café nuevo. Hacía algún tiempo que no los veía, pero ví que les seguían yendo bien las cosas. Nos pedimos unas cervezas y charlamos un poco, pero la conversación la interrumpían a menudo los mensajes en los móviles. Al final, era al revés, y sólo de tarde en tarde los mensajes en los móviles eran interrumpidos por la conversación. Así que nos despedimos y nos fuimos, pero antes nos hicimos una foto, los tres sonrientes y felices. Esperé un poco hasta llegar a casa y cenar, porque arrastraba todavía un vago sentimiento de tristeza o de pesar. Antes de irme a dormir, la subí al facebook: «Con Juanan y con Pedro, disfrutando de la nueva vida».
Buenísimo. Como la vida misma! Isabel Almena
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Qué bien verte por aquí! Un beso enorme.
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Es buenísimo. Y muy real. Me he reído leyéndolo pero en realidad es de lo más triste. Parece que ya ni siquiera podemos confesar que estamos mal. La tristeza ya no existe, solo una vidita muy felicita.
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Gracias, Paloma, sólo con humor podemos echarnos esos tragos. Un abrazo.
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Vamos Eladio, no seas negativo: «tu eliges ser feliz» «la energía del universo conspira para que consigas lo que deseas». Es que te quejas por todo.
No se si reir por no llorar, pero la verdad es que da bastante miedo… Además esta obligación de la falsa felicidad se ha extendido a todos los niveles. Estamos rodeados. Tendríamos que formar «La Resistencia» para enfrentarnos al «buenrollismo».
Muy buen texto.
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Gracias, Rosa, por la lectura y por el comentario. Un beso.
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Buena exposición de una situación que nos pasa a muchos, a ratos.
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Gracias por comentar. Te visito en breve. Un saludo.
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Qué bueno tu relato, Eladio! ¿Nos imponemos o nos imponen «estar felices»? Esa contradicción permanente entre el ser y el parecer….
Saludos!
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Sí, de esa contradicción va el asunto, Claudia, y mejor es que la abordemos con humor. Con el que tengamos más a mano. La realidad ya se encarga de lo otro. Gracias por comentar, Claudia. Un abrazo.
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Todo un ejercicio de irónico virtuosismo por el que mereces sobradamente el título de «maestro».
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Muchas gracias, Antonio, pero otros trajes de paño más modesto son los que me quedan bien. Aprecio de todos modos tus palabras porque suponen un gran estímulo. Gracias de nuevo y un abrazo.
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Entre tus cualidades se cuenta también la humildad. Seguro que de frac estás muy elegante. A lo mejor un día te vemos. Que tengas una agradable velada.
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Parece un relato de ciencia ficción de p.k.dick…y he pasado un buen rato leyéndolo=)
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Eso es lo importante, y me alegro de ello. Un saludo.
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Del tirón. Desde el principio hasta el final. Bien hilado. Luego la aparición de Ana (o su ausencia) le dá perspectiva y hondura al relato. Muy bueno Eladio. De nuevo. Un saludo!
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Gracias, Álvaro, por tu generoso comentario. Seguimoss leyéndonos, un saludo.
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La Nausea 2.0, el spleen del S.XXI, que ni siquiera puede ser, tiene que disfrazarse de likes y corazoncitos…
Un relato redondo lleno de humores amargos. Y de realidad.
Un abrazo, Eladio
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Gracias, Xibeliuss. Si me lo hubieras chivado, La Náusea 2.0 lo hubiera colocado como subtítulo. Además, mira, repasaré esa lectura. Un abrazo.
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¡Qué reflejo más exacto de nuestro comportamiento actual!
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Gracias, Valverde. Un saludo.
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Un relato muy pero que muy bueno a mi humilde entender, te seguiré de cerca.
¡Un saludo!
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Muchas gracias. Un saludo para tí también.
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Escojamos ser felices, escojamos reirnos con buen humor.
Gracias por tu aportación, me ha gustado mucho leerte.
¡Un saludo!
http://www.calcastellets.com
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Muchas gracias a ti, por leer y por tu comentario generoso. Un abrazo.
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