Al final de su vida, cuando las carencias empezaron a manifestarse y el deterioro fue gradualmente extendiendo sus dominios, a mi padre sólo le quedaba la voluntad y la capacidad de un canto, una cancioncilla en forma de copla que durante sus últimos días tarareaba, cada vez de manera menos audible. Había que darle de comer, vestirle, lavarle…Mis hermanas lo sentaban en el sillón, frente a una ventana de visillos corridos, y en él se pasaba las horas, quieto, sin solicitar conversación, ni socorros, ni siquiera inmerso en los monólogos propios de un hombre que ya ha perdido casi todo. Sólo cantaba, cantaba esa canción en la que se hablaba de trigo, de promesas y de amor. Una canción, ahora que lo pienso, que lo contenía todo, el fruto de la esperanza y del deseo de vivir y la añoranza sin dolor de lo que se ha vivido, un fruto que sólo la música es capaz de conservar hasta el último instante de nuestras vidas. La música es lo último que se pierde.
Cajas de música Contacto: eladiore@yahoo.es
Muy tierno, poético y sabio también.
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Un saludo, Paloma. Muchas gracias.
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Siempre tendremos la música…. Muy bello!
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Gracias, Claudia. Un saludo.
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Hermoso y entrañable texto; me ha gustado mucho tu prosa.
Saludos.
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Muchas gracias, Isabel. Saludos de nuevo.
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Muy buen texto, muy intenso.
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Muchas gracias, Iñaki. Un saludo
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Que bonito!!!!!
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Qué bien saber de tí por aquí! Muchos besos!
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Excelente relato Eladio. Gracias por compartirlo acá.
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Gracias a ti por leer. Un saludo.
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Me ha llegado muy dentro.
Un saludo.
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Gracias, Valverde, compartiendo emociones compartimos vida. Un abrazo.
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Muchas gracias. Un saludo
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