Se sienta frente a mí una mujer. Fue mi mujer. Ahora está muerta, pero de tanto en tanto me visita. Trae con ella una lista de todo aquello que no debo olvidar hacer. Cosas de carácter doméstico, sobre todo. Tirar la fruta y la verdura podrida, fregar las pilas de platos y cacharros acumulados en la cocina, poner una bombilla nueva en el cuarto de baño, vaciar todos los ceniceros con colillas, lanzar al contenedor todas las botellas de cerveza y las de whisky. Intenta también animarme y consolarme. Me trae paquetes de pañuelos perfumados, galletas de chocolate, fruta en almibar y películas del gordo y el flaco. Si me ve muy mal muy mal, hasta me da un paquete de cigarrillos y las cervezas que con tanto rigor me recomienda no tomar. Luego se queda un rato conmigo, no mucho, no es bueno malacostumbrarme. Qué harás el día que yo te falte? me dice, mientras pone agua en una palangana, me moja el pelo y me peina, con la raya en medio. Cuando me echa colonia, invariablemente, me pongo a llorar
Mujeres sentadas Eladio Redondo ed. Beltronica 2012
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Está lleno de ternura. La belleza de lo cotidiano, de lo pequeño.
Un abrazo, Eladio
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Gracias, Xibeliuss. Perdona el retraso, ahora me falta tiempo. Un abrazo.
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